En la actualidad, marcada por la vertiginosa
evolución tecnológica propulsada por la inteligencia artificial, el modelo
político-electoral tradicional ha quedado obsoleto. La confrontación política,
que en algún momento fue esencial para la evolución social, se ha vuelto
insuficiente y contraproducente en un mundo interconectado y globalizado. Esta
realidad exige la creación de un nuevo paradigma que supere la dicotomía de
confrontación: Gobierno-Oposición y permita a los gobernantes del siglo XXI
abordar los desafíos contemporáneos de manera efectiva.
El modelo de la dicotomía Gobierno/Oposición,
basado en la confrontación de ideas, negociación y acuerdos, reemplazó las
contiendas bélicas entre ejércitos, creando un ambiente civilizado de votos
captados por partidos políticos. Sin embargo, persiste un espíritu de
confrontación y dominación, perpetuando un ciclo en el cual los partidos
perdedores se reorganizan para la siguiente contienda electoral. Esta dinámica,
junto con la influencia del financiamiento, el lobby de grupos de poder, el
marketing político y la política como profesión, ha desviado el propósito
inicial de la política en cuanto al ejercicio del poder y ha dejado obsoleto
ese modelo.
La lealtad partidista y la falta de incentivos
para colaborar en beneficio de los gobernados dificultan la creación de soluciones
colectivas. Así, la sociedad se ve atrapada en una confrontación entre
Gobernantes y Opositores que prioriza el protagonismo y el beneficio partidista
sobre el bienestar colectivo. Más aún, el modelo ha generado un fanatismo
irracional que impide el razonamiento y la aceptación del cambio de era,
quedando estancado en teorías político-económicas nacidas en el siglo XVIII,
mientras que la realidad del siglo XXI es solo retórica.
En el contexto multicultural de interconexión
global, donde temas como los derechos humanos y la preservación del planeta
difuminan las fronteras entre países, se hace evidente la necesidad de un nuevo
paradigma. No obstante, la política aferrada a la obsoleta dicotomía solo
produce cambios pendulares entre partidos y políticos que gobiernan y se oponen
entre sí, generando en la sociedad un hastío por las promesas y necesidades
insatisfechas debido a la falta de acuerdos en beneficio de los gobernados.
Así, la sociedad se inclina hacia propuestas vengadoras emergentes que buscan
barrer el statu quo como primera necesidad, y el futuro queda incierto.
La propuesta consiste en abandonar la
confrontación permanente, asimilando cómo la física y la mecánica se fusionaron
para hacer posible el vuelo de objetos más pesados que el aire. Ahora, la
política, la economía y la sociología deben integrar principios opuestos para
avanzar y dejar atrás lo obsoleto. Este es un desafío crucial.
La propuesta aboga por adoptar un modelo
inspirado en la ciencia, la cooperación y la sinergia, donde la integración de
ideas contradictorias pueda generar soluciones armoniosas. Es la construcción
de un modelo político basado en el acercamiento, la comprensión y la síntesis,
dando paso a una Ciencia-Política adaptada al siglo XXI. La tarea es monumental,
pero es esencial para satisfacer las necesidades reales de una sociedad
multicultural, globalizada e interconectada.
Esta transformación demandará una educación de
la sociedad para la cultura de convivencia en armonía, por encima de las
ideologías que motivan la confrontación Gobierno/Oposición.